48 horas en Ámsterdam

Bienvenidos a la capital de la bicicleta y la ciudad con más museos por kilómetro cuadrado. Abarcar todas las instituciones del arte sería una misión heroica, incluso en un par de días. La sugerencia es que compres tu boleto fast-track en línea, así evitarás perder valiosas horas en fila, y sigas nuestras sugerencias para no perderte ningún detalle de la ciudad.

Día 1
Bien, una vez aclarado eso es hora de salir a recorrer esta hermosa ciudad que floreció durante el siglo 17. Empieza tu día en el Museo de Van Gogh: llega temprano porque sus salas son pequeñas y se llenan rápidamente. Si al salir tu pila marca en alto, opta por otro museo de los grandes: el Rijksmuseum, con su impresionante colección que va desde 1200 al presente, o el Stedelijk, dedicado al arte moderno.
Si quieres ver lo más actual dirígete al MOCO, una casa que alberga la primera colección de museo del artista callejero Banksy.
Luego de girasoles y grafiti, continúa tu camino rumbo al corazón de esta ciudad que se conforma de varios canales concéntricos. No temas perderte ya que es parte de la magia de recorrerla: cada calle revela casas más bonitas que la anterior.


Cuando te canses de caminar, súbete al barco hop on-hop off que, aunque es muy turístico, te permite el placer de verla desde el agua. Haz toda la ruta principal, que dura apenas una hora y, acercándose la hora de la comida, desembarca en la parada de la casa de Ana Frank. Una vez en tierra toma la decisión de entrar o simplemente cruzar al barrio de Jordaan, lleno de tiendas independientes, restaurantes y bares. Recobra energía con unas tapas y una copa de vino blanco en La Oliva, mientras ves pasar a turistas y locales. Los últimos se distinguen por su divertida forma de vestir, frecuentemente con pantalones o calcetines de colores brillantes.
Luego de comer, sigue tu camino hacia Westerpark, donde podrás relajarte a la sombra de un árbol o pasear por unas naves industriales que han sido convertidas en cafés, teatros y cervecerías. Si traes antojo de algo dulce, siéntate a comer pastel de zanahoria en Bakkerswinkel West; si sólo tienes sed, pide una cerveza en Microbrewery Brouwerij Troost.
Haz tu camino de regreso al hotel sobre la calle Prinsengracht y curiosea en sus tiendas de antigüedades. Reserva la noche para ir al Stopera a una función de ópera o del ballet nacional.


Día 2
Empieza el día con una corrida cerca del hotel, entre los lagos de Vondelpark, que, con 44 hectáreas de extensión, es como el Central Park de Ámsterdam. Después de un break en el hotel, sal de nuevo a la calle con dirección a Rembrandtplein. Hoy toca recorrer el otro lado de la ciudad.
Haz la primera parada en por unos huevos al estilo inglés: con tocino, salchicha, papas, espinacas, champiñones y pan tostado con mantequilla. Esto, junto con uno de sus potentes espressos, debe ser suficiente para recorrer la ciudad.
Saliendo te topas inmediatamente con el Heineken Experience, un clásico de esta ciudad. Si eres aficionado de la cerveza, hazle honor con el tour de hora y media. Si no, continúa tu camino hacia el centro donde te esperan varias opciones de arte: el museo de Rembrandt, que es la casa donde vivió el consagrado pintor entre 1639 y 1656; el museo Hermitage, una pequeña extensión del de San Petersburgo; y el Foam, un espacio dedicado a la fotografía, ya sea de moda, arte o documental.
Habiendo cubierto el segmento de arte es hora de salir a disfrutar del sol como los locales y comer langosta con vista al río. Cruza el centro de Ámsterdam hacia la estación central y desde ahí toma el ferry de cinco minutos que te deja en IJplein. Del otro lado del agua, te espera una mesa en Stork, un restaurante al aire libre que ocupa una antigua fábrica de motores. En su menú encuentras una variedad de lo mejor que ofrece el mar: ostiones, camarones, pescados de temporada —como lubina, rodaballo y dorado— y por supuesto su clásica sopa de pescado.


Luego de este festín de mar hay dos opciones. La primera, la más activa, es rentar una bici y rodar media hora hacia el este sobre la costa Ijsselmeer, hasta Durgerdam, un hermoso pueblo histórico. De regreso puedes parar en Café ‘t Sluisje, por un delicioso pay de manzana, antes de volver al puerto para tomar el ferry de vuelta. La segunda ruta es más tranquila, pero no menos divertida: renta una bici para rodar en Noorderpark —otro gran parque que ayudó a regenerar toda esta zona recientemente— y visitar el museo de cine, Eye Filmmuseum, antes de subir al rooftop bar de A’dam Lookout para disfrutar el atardecer con una vista panorámica de Ámsterdam del otro lado del río.


Dónde dormir:
Conservatorium. Este hotel ha sido galardonado en numerosas ocasiones como el mejor de los hoteles de lujo de los Países Bajos. Situado en el barrio de los museos, en pleno corazón de Ámsterdam, el Conservatorium es una obra maestra de la arquitectura que combina la belleza propia de un edificio emblemático con el diseño contemporáneo más elegante. Durante tu estancia podrás disfrutar de una cuidada selección de restaurantes, su famoso bar, el lounge, y un impresionante spa de 1,000 metros cuadrados. Los grandes tesoros de la ciudad están a tan sólo un paso: desde el Museo Van Gogh o el Concertgebouw, hasta el Vondelpark y la zona de compras más exclusiva. Sin duda, esta propiedad es la base perfecta para descubrir la capital holandesa.

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