48 horas en Marrakech

La ciudad roja —una de nuestras consentidas de Marruecos— es una especie de playa sin playa: uno de esos destinos en los que sus hoteles dan para tanto, que de pronto se antoja no salir y sólo consentirte. La clave está en encontrar un balance entre las dos experiencias, pues lo que está afuera vale mucho la pena.

Por: Brenda Béjar


 

La mezquita Kutubía, con su alminar de 66 metros de altura, es el edificio más alto de Marrakech

DIA 1

Por la mañana
Levántate temprano y aprovecha para conocer el casco antiguo. Comienza el recorrido en la Mezquita Kutubía, la más importante de la ciudad. Continúa en el Palacio de la Bahía, una obra arquitectónica que se disfruta más con guía, quien te revelará todos los detalles. Finaliza el paseo en el mercado, lleno de colores y vendedores con talento. Piérdete en sus entrañas y descubre las distintas áreas: textiles, madera, artesanías, especias… Al acabar, refréscate con un jugo de naranja en la plaza, el más dulce que has probado.

Por la tarde
Para mediodía lo más probable es que el calor te aleje de las calles, así que tienes tres alternativas: regresar al hotel y refugiarte en la alberca, en el spa o en ambos. Esta última opción es la más llamativa. Descansa un rato en la alberca interior de La Mamounia, un espacio íntimo de arquitectura mora, y continúa relajándote con un masaje o un tratamiento en el spa. Remata la tarde con un paseo por los históricos jardines del palacio, disfruta el olor de sus olivos y árboles de naranja.

Por la noche
Regresa a la medina para un festín gastronómico en la Plaza de Yamaa el Fna. Cientos de comerciantes esperan a que baje el sol para situarse en la plaza principal y vender sus curiosidades. Entre puestos improvisados de comida típica —donde puedes encontrar desde escargots hasta pierna de cordero— hay una opción imperdible para los estómagos no tan aventureros: un té con más de 20 especias acompañado de un exquisito dulce de dátil. No dudes en llevar un poco de regreso a casa.

El pintor francés Jacques Majorelle dedicó 40 años a la creación del Jardín Majorelle, uno de los sitios más visitados de la ciudad


DÍA 2

Por la mañana
Inicia el día con el legendario brunch de La Mamounia, cuya simple variedad de panes, huevos, carnes frías y guisados es un deleite. No te vayas sin probar el dúo estelar: los baghrir, una especie de hot cakes marroquíes delgaditos y esponjosos, y los msemen, deliciosas crepas hechas con pan. Después de este festín calórico, es momento de conocer el Marrakech moderno. La primera parada es el Jardín Majorelle, antigua casa del pintor francés del que toma nombre. Fanático de la botánica y la arquitectura art decó, se encargó de crear un exuberante paraíso que hoy se ha convertido en el Museo Yves Saint Laurent.

Por la tarde
A unos pasos del jardín se encuentra 33 Rue Majorelle, una concept store que reúne el trabajo de los mejores artistas locales: muebles, accesorios, ropa, objetos, todos con un toque moderno. Ya en plan de compras, y también a una distancia bastante caminable, no dejes de visitar la boutique de Norya Ayron, la diseñadora de origen algerio, nacida en Francia, que revivió piezas clásicas, como el kaftan y las abayas, dándoles un toque actual. También está Max & Jan, ropa tradicional para hombre y mujer con ese irresistible toque bohemio chic. Para terminar, Chabi Chic, donde encuentras accesorios —tazas, cosméticos, vajillas— hechos a mano.

Por la noche
Finaliza el día del otro lado de la ciudad en Café Clock, una cafetería moderna que busca conservar las tradiciones. Todas las noches presenta algún espectáculo al atardecer: desde cofradías musulmanas hasta juglares, una profesión que era muy común y está a punto de desaparecer. En cuanto a la comida, prueba la hamburguesa de camello y acompáñala de un smoothie de betabel, aguacate y pepino. Ahí también puedes tomar clases de cocina marroquí, una experiencia que comienza desde hacer las compras en el mercado y es un gran souvenir para traer de vuelta a casa.


Dónde comer

– Le Marocain 
Ubicado dentro del hotel La Mamounia, ofrece lo mejor de la comida marroquí con ingredientes del huerto propio, y una decoración igual de exquisita que su comida. Para empezar, pide la variedad de entradas al centro para compartir. Luego concéntrate en el tagine de pollo, definitivamente su especialidad.

– Nomad
Interpretación contemporánea de la comida marroquí, en una de esas tradicionales azoteas con vista al casco antiguo. Ideal para ver el atardecer. Prueba las tortitas de queso fetta con calabacín, servidas con yogurt y menta, y el tagine de pollo, con albaricoques, dátiles, limón, jengibre y azafrán.


Cómo llegar
Air France vuela desde la Ciudad de México, con escala en Atlanta y París.

Dónde dormir
Abierto desde 1923, el hotel La Mamounia ofrece la más exquisita mezcla de arquitectura árabe-andaluza y estilo contemporáneo. Anidado en un palacio del siglo XII se nombró así en honor al Príncipe Al Mamoun, quien recibió los jardines como un regalo de bodas de su padre en el siglo XVIII. Caminar entre sus naranjos, refrescarse en la alberca rodeada de palmeras datileras o simplemente descansar en alguno de sus majestuosos patios, son lujos que difícilmente se olvidan.

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