Bali a través de Four Seasons

La primera vez que viajé al sureste asiático, escogí Bali como destino. Lo hice por su nombre, sin saber realmente por qué. Con simplemente pronunciarlo, este pequeño lugar que es parte de las más de 17,000 islas de Indonesia me hacía mucho eco. Me reflejaba exotismo, desarraigo, lejanía… No tardé mucho en confirmar mi intuición, además de convertirlo en una especie de segundo hogar. Viaje con viaje, este pequeño rincón del mundo me asombra cada vez más.

Por Eva Parenteau

El nombre de la isla tiene muchos significados e historias distintas —como cualquier elemento relacionado al pasado, dioses, o ritos balineses— pero, recientemente invitada a asistir a una ceremonia, un sacerdote local me platicó que el nombre es sinónimo de «ofrendar». No podría haber nombre más indicado para describir la isla, los locales se dedican a eso diariamente con un empeño sin igual. Y probablemente sea la razón principal por la cual fascina. Al recorrer sus calles sorprende ver a mujeres preparando ostentosas ofrendas florales que van colocando en los sitios menos esperados: en el centro de las bulliciosas calles, sobre el parabrisas de un coche, en un escondido templo o en la entrada de un restaurante… Cada lugar tiene su significado, cada ofrenda sus símbolos.

Tras casi un siglo de ocupación holandesa, seguida por un corto periodo japonés durante la Segunda Guerra Mundial —y a pesar del auge turístico que ha crecido exponencialmente desde la década de los ochenta—, Bali ha sabido conservar su autenticidad. Es, sin duda, uno de los pocos lugares que quedan, donde prevalece un modelo de comunidad por encima del individuo. Y quizá sea ésta la segunda razón por la cual atrae tanto: gracias a su unidad, ha logrado preservar su refinada cultura, música, danza y ritos, que forman parte de su cotidianidad.

También conocida como la «Tierra de los Dioses», Bali es una aldea hinduista en un país que concentra el mayor número de devotos al islam en el mundo. Según las creencias locales, los dioses y los ancestros vivían en las montañas, mientras que los demonios habitaban el mar. Vivir en las alturas es, por lo tanto, lo que buscaron naturalmente los primeros ocupantes de la isla, y Ubud —dominada por dos majestuosos volcanes, el Monte Agung y el Monte Batur— es, por lo mismo, hogar de la casta alta balinesa. Empezar tu viaje por esta región, en el centro-sur de la isla, es ciertamente la mejor forma de sumergirse en su tradición y voluptuosidad. Para vivirlo con lujo, pero conservando la esencia del lugar y su riqueza cultural, un resort como el Four Seasons Sayan es una excelente elección.

FOUR SEASONS SAYAN es, sin duda, el secreto mejor guardado de la región. Ha sabido plasmar la realidad balinesa a través de su arquitectura, su impecable servicio, su oferta culinaria y cultural.
La experiencia en el resort inicia al tocar con tres golpes el gong, un antiguo ritual que anuncia la llegada a casa de un invitado importante. Atraviesas el umbral del puente que llega a la cúpula superior del hotel, y descubres con asombro el espectacular escenario: una vista inesperada de 360 grados sobre una vegetación tropical exuberante. Al bajar la escalera en espiral que lleva a la recepción, entras poco a poco en un estado de paz y meditación que irá profundizándose conforme transcurran los días.

La arquitectura del hotel, reconocida a nivel internacional, permea la experiencia que se vive en él. Las tres cúpulas del pabellón principal representan un tazón de arroz, símbolo de vida para los balineses. Las 42 villas y 18 suites se esconden tras una vegetación abundante bordeando el sagrado río Ayung. El mayor logro de tan peculiar arquitectura: su privacidad. Las villas se combinan perfectamente con el espacio, dando a los huéspedes la sensación de estar solos en la naturaleza. Realizar una pequeña excursión al otro lado del río para conocer el pueblo o el templo te permite confirmarlo: desde la orilla opuesta, los movimientos en el sitio son imperceptibles.
La experiencia culinaria es indudablemente la segunda razón por la cual Four Seasons Sayan se destaca del resto de la oferta gastronómica de la región de Ubud. Sabiendo aprovechar las fértiles tierras en la propiedad, el resort creó un jardín que aprovisiona en parte a sus dos restaurantes. ¿Es preciso mencionar que el resultado es un deleite para el paladar? Con una cocina mezclada entre platillos con toque europeo (el Restaurante RiverSide) o inspirada en las variantes culinarias de la región (el Ayung Terrace), el resultado es exquisito. Cada restaurante completa su despensa con productos cultivados en los alrededores, y el hotel atinadamente propone hacernos partícipes de la experiencia, ofreciendo un recorrido en bicicleta por los arrozales de Sayan. La excursión cruza un paisaje que deja atónitos a muchos: un campo de un verde deslumbrante entrecortado por subaks, un sistema de irrigación tradicional clasificado como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y, completando el cuadro, una vista de los majestuosos volcanes al fondo.

Al terminar el día tienes varias opciones de relajación, pero sin duda la primera debe ser un clavado en la alberca para bajar el calor acumulado. Ubicada en lo alto, goza de una vista espectacular sobre el río, su temperatura refrescante y la musicalidad del flujo del río te transportan a un estado de profunda tranquilidad. Otra opción es dejarse consentir en uno de los dos spas, donde su filosofía «curar desde adentro para renacer afuera» deja a cualquiera en un estado de relajación tan profundo que al salir se siente una extraña sensación de ebriedad. Si al final todavía tienes energía, puedes tomar una clase de yoga en Dharma Shanti Yoga Bale, un lujoso pabellón rodeado de verdísimos arrozales.

Terminar el día aquí también es una experiencia sensorial. Sentado en el cómodo lounge del Jati Bar, con una copa o una Bintang (la emblemática cerveza nacional), disfrutas la refrescante brisa del valle. Mientras tus oídos se complacen con la música de la orquesta local de Gamelan, tus ojos se deleitan con la extraña belleza del baile tradicional. La experiencia no tiene comparación.


OTRA FORMA DE VIVIR BALI es a través de sus playas, paraíso que los surfistas han visitado por más de cuatro décadas. En el suroeste de la isla, en Uluwatu, encontraron el quiebre de ola que con los años se ha convertido en un preciado punto de encuentro para surfistas de todo el mundo. Un poco más al norte de este concurrido punto y a tan sólo 15 minutos del aeropuerto internacional de Denpasar, está Jimbaran. Ubicado en una bahía con playas doradas —distinta de otras que son de arena volcánica— este pequeño pueblo de pescadores es el que Four Seasons eligió para su primer hotel en la isla. Otro secreto bien guardado.


FOUR SEASONS JIMBARAN fue el primer resort en la región. Y lo ha hecho con gran savoir-faire, conjuntando arquitectura y materiales locales con una estética de playa, elegante y moderna, sin perder la riqueza cultural y artística de la isla.
Al adquirir el terreno en 1992, el sitio fue cuidadosamente purificado a través de rituales y ofrendas. La orientación de cada villa fue atentamente estudiada, no sólo para encontrar el ángulo que aprovechara la mejor vista al mar y los volcanes, sino también para que el diseño y la distribución de los muebles se apegaran al feng shui, dando a los huéspedes una sensación de pleno bienestar.
El resort también cuenta con su propio templo, donde tanto locales como huéspedes están invitados a acudir. Es una acercamiento especial para entender la cultura local, despejar dudas y conversar con el sacerdote —en un perfecto inglés— acerca de esta religión milenaria. Y si tienes suerte, quizá te toque ser partícipe de una de las muchas y coloridas ceremonias que suceden frecuentemente a lo largo del año.

Pero Four Seasons Jimbaran es sobre todo un lugar para actividades de playa y mar. Coconut Grove, el centro de actividades náuticas del resort, ofrece diariamente clases de surf, catamarán, paddle board o kayak, con instructores profesionales. Si siempre te ha llamado el surf, Jimbaran es un gran lugar para aprender. En efecto, el estrecho istmo forma olas perfectas para practicar, sin revolcarse demasiado.
Simplemente relajarse en la playa, refrescarse con un coctel en la espectacular alberca con vista al mar o descansar en la privacidad de tu villa, son actividades absolutamente válidas. Para terminar con el estrés que aún pudieras tener, haz cita en el spa o visita el Nirvana Shanti Yoga Bale para tomar una clase o meditar. Al ritmo de los fluidos movimientos del yoga, deja que tu respiración se armonice con las olas que rompen a pocos metros.
Con su renombre internacional y la recién llegada de una creciente comunidad de expatriados, particularmente en la región del suroeste de la isla, Bali se ha desmarcado por su refinada y variada oferta culinaria, y Four Seasons Jimbaran no se ha quedado atrás. El Sundara, reconocido por la calidad de sus mariscos, ofrece una sofisticada cocina inspirada en sabores asiáticos. Y lo hace en forma de tapas, perfecta opción para probar la infinita lista de platos que propone el menú, aprovechando de una vista panorámica sobre el Océano Índico… ¿Algo más?

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