Cuatro días en el Amazonas peruano

Escápate a la Amazonia del Perú para emprender una aventura que todos debemos experimentar al menos una vez en la vida. Hazlo a bordo de un barco espectacular como el Aria Amazon de Aqua Expeditions, cuyo cuidado por los detalles resalta el lujo desenfadado de estar en una de las zonas con más biodiversidad del mundo.

Por Brenda Béjar

Iquitos — Nauta
Busca la manera de llegar temprano a la ciudad de Iquitos. El abordaje del crucero no comienza hasta la tarde, así que puedes aprovechar la mañana para recorrer y explorar la puerta de entrada al Amazonas peruano. Es un lugar totalmente aislado al que sólo puedes acceder por aire o por agua, pues está cercado por reservas naturales.
Las distancias de un lugar a otro son bastante caminables —siempre y cuando sepas esquivar los miles de tuc-tucs y tolerar el calor—, así que comienza por la Plaza de Armas, punto de reunión de los locales, sobre todo por las noches, cuando baja el sol. Tu siguiente parada es la Casa de Fierro, que se piensa fue diseñada por Gustavo Eiffel. Es legado, junto a otras viejas casonas del malecón, de la fiebre del caucho, época en la que esta zona comenzó a figurar en el mapa internacional gracias a la extracción de esta resina con fines comerciales.
Después es momento de tener tu primer acercamiento con la selva, aunque sea a lo lejos. Toma el malecón para ir bordeando el río hasta el Mercado de Belén. A tu paso encuentras cafeterías, restaurantes y museos frente a la particular vegetación del Amazonas.
Así como los tuc-tucs, hay ciertas características que comparte Iquitos con las ciudades del sudeste asiático, y una de ellas es el ajetreo de los mercados. Así que si tienes la posibilidad de contratar a un guía local, que se tome el tiempo de explicarte qué es cada cosa —frutas, granos, carnes, bebidas y hasta amarres y conjuros— hazlo. No te arrepentirás.
Más tarde, una camioneta te recoge en la Plaza de Armas para llevarte al lounge de Aqua Expeditions en la ciudad de Nauta. Ahí te espera tu primera comida a cargo de Pedro Miguel Schiaffino, chef ejecutivo del barco —y rockstar de la comida amazónica— quien pone en práctica de forma magistral todos esos ingredientes que acabas de descubrir en el mercado.
Después de nutrirte, estás listo para tu primer paseo en skiff por el río Marañón. Esto es un adelanto de cómo serán tus días a bordo del Aria Amazon.


Río Ucayali — Río Pacaya
La llamada es temprano para quienes quieran observar aves. Los demás pueden dormir un poco más hasta que llegue la hora de la salir de excursión.
A bordo del Aria Amazon tu exigente jornada laboral consiste en despertarte, tomar un jugo de alguna fruta exótica —como camu-camu o copazú—, desayunar unos huevos acompañados de un tamal peruano y abordar el skiff. Después de unos minutos de trayecto, basta con sacar tus binoculares y aguzar los sentidos para descubrir los cientos de especies que habitan el Amazonas.
Si lo tuyo es recopilar datos científicos, en tu camarote encuentras un listado con los animales y plantas de la zona para irlos palomeando conforme los encuentras: aves, monos, ranas, iguanas, delfines… Así que tu mirada atenta en la selva mientras escuchas y conversas con los guías, quienes nacieron en este entorno y tienen un sentido del humor implacable.
Hablando con ellos te enteras que al ratón que se asoma por los hoyos de los árboles lo apodan «el bartender», y que el oso perezoso es así de lento porque las plantas que consume son muy alcalinas y, de alguna manera, se podría decir que son los stoners de la selva. Para este momento, los nombres en latín dejan de ser relevantes y te entregas por completo a las anécdotas y leyendas.
De regreso en el barco, te espera una clase de cocina con el chef Schiaffino, en la cual aprendes a hacer el platillo insignia de Perú: el «cebiche» en una versión con pescado y otra vegetariana, de plátano macho. En las salidas de Aria Amazon con chef a bordo suele ir también el mixólogo Luis «el Chino» Flores, quien experimenta con café de especialidad y bebidas locales.
La última aventura es salir a pescar pirañas por la noche. Es una excelente oportunidad para escuchar la selva en su máximo espesor (el sonido ambiental de Rainforest Café no es ninguna exageración) y de ver a los animales nocturnos, como caimanes y tarántulas.


Río Ucayali – Río Pacaya – Río Tapiche
Las aguas de río Uyacali son perfectas para encontrar delfines rosados, así que aprovecha y entrégate a esta tarea a bordo del skiff. Cuentan los guías que, al quedar atrapados en aguas dulces, estos animales no tuvieron de otra más que evolucionar y adquirir nuevas características, una de ellas es su peculiar color, más evidente en los machos adultos.
Cuentan, también, que la supervivencia de esta especie se debe a todas las leyendas que hay a su alrededor, mitos que han provocado respeto y miedo en la población amazónica. La más común es que de noche adopta formas humanas para seducir a mujeres.
Esta zona también es perfecta para encontrar ranas. En ese sentido, no queda más que detener la lancha y, ya en la quietud, verlas aparecer en los lirios: las hay de muchos tipos y colores, pero una de las favoritas es la que ellos conocen como «jirafa», de un tono amarillo fosforescente con manchas cafés.
Durante el resto de la expedición puedes ver cuervos, búhos, guacamayas, monos rojos… hasta llegar a la reserva nacional del Pacaya-Samiria, para hablar sobre el trabajo de conservación del pez paiche. Durante el recorrido, en esa casa flotante a medio río, se sirve el almuerzo.
Otro exponente del humor negro en la selva peruana es el Juane: un platillo que lleva arroz, pollo, aceituna y huevo y va envuelto en una hoja de una planta llamada bijao, dejando como resultado una especie de tamal redondo de arroz. Su nombre está inspirado en la cabeza de San Juan Bautista, anécdota que popularizaron los evangelistas a su llegada al Amazonas y que los locales decidieron representar en su gastronomía con un tamal «decapitado».
Así pues, después de probar el Juane, y de rematarlo con un tabla de salami de chocolate, es momento de hablar sobre el paiche.
Este maravilloso pez amazónico llega a pesar hasta 250 kilos y su carne apenas se comienza a servir en los mejores restaurantes de Lima. La especie estaba a punto de extinguirse debido a la falta de cultura sobre su preservación, pero gracias a una iniciativa de depredación del recurso de forma sostenible, que apoyan tanto el chef Schiaffino como Aqua Expeditions y los pescadores locales, ahora se puede encontrar una población de hasta 20 veces más que en un inicio.
Si bien este producto solía llegar a las mesas seco o curado con sal por la falta de vías de transporte del Amazonas a las ciudades principales del país, parte de esta iniciativa incluye también la refrigeración y la comercialización para que se pueda consumir fresco en las mejores mesas y convertirse en un buen ingreso para la población. Es una ejemplar historia de amor por el producto local cuyo final feliz se antoja replicar con otras especies.
Por la tarde, la visita a una comunidad asentada en una parte remota de la selva termina de poner en perspectiva las adversidades —y al mismo tiempo ventajas— de vivir en uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo.


Lago Clavero — Bosque San José de Sarapanga
En el Amazonas existen solamente dos estaciones: la de agua baja (diciembre a mayo) y la de agua alta (junio a noviembre). Durante esta última, es más complicado encontrar áreas de tierra firme. Así pues, la advertencia es tener cuidado con las serpientes, porque suelen acumularse en estas pequeñas porciones de terreno que quedan expuestas.
Si esto no te quita las ganas de bajar de la lancha, recorrer la selva por dentro, en el Bosque San José de Sarapanga, es una experiencia inolvidable. Poder ver de cerca los árboles, flores y ramas —con todo y la paranoia de que podrían cobrar vida en cualquier momento— es un sueño.
No pierdas la ocasión de preguntarle al guía cómo podrías sobrevivir en caso de que te quedaras varado en este bosque amazónico, para que así conozcas los gusanos que son comestibles y los troncos que en su interior guardan agua pura.
También es la oportunidad perfecta para ver de cerca a las hormigas bala, que deben su nombre al dolor que genera su picadura. Estas hormigas se utilizaban en ciertas tribus amazónicas para un ritual que marcaba el paso de la niñez a la adultez al soportar el dolor de su picadura.
En caso de que la caminata no sea para ti, también está la opción de practicar kayak o canoa, con la ventaja de que en esta zona se pueden encontrar nenúfares gigantes, una verdadera belleza.
Y si pensabas irte de regreso a casa sin nadar, estabas muy equivocado. Las aguas negras del río Yarapa son el lugar perfecto para hacer esto. Por su densidad —si miras hacia abajo tu cuerpo se ve como si estuviera en tonalidades sepia— la incertidumbre de lo que sucede bajo el agua es tal que sólo aguantarás unos minutos sumergido, pero cuenta la leyenda que saldrás totalmente rejuvenecido.
De regreso en el barco, te espera una cata de café de especialidad y chocolate peruano a cargo del Chino. Te permite probar chocolate de distintas regiones del país para entender las diferencias entre ellos.
Antes de despedirte del barco, es momento de conocer a la tripulación. Las caras que están detrás de esta experiencia inolvidable se reúnen para tocar música andina, su forma única de decir adiós.


LOS BIG FIVE DEL AMAZONAS
Así como en cualquier safari, estas son las cinco especies amazónicas que más emocionan
a los viajeros.

Mono rojo
Sobresale por su pelo de tonalidades caoba y por su particular aullido, que es uno de los
más fuertes del reino animal. Sobreviven a base de flores, frutas y hojas que encuentran en las partes bajas de la selva.


Oso perezoso
De movimiento muy lento, estos osos pasan la mayor parte del tiempo colgados de las ramas de los árboles. Sólo bajan una vez por semana para evacuar. Son muy torpes en el piso pero pueden nadar muy bien.


Caimán
Esta especie de cocodrilo puede alcanzar hasta los 2.5 metros de largo. Se alimenta, sobre todo, de caracoles, moluscos, crustáceos y peces. Es más fácil encontrarlos bebés y hasta puedes agarrarlos.


Anaconda
Es una de las serpientes más grandes del mundo: puede llegar a medir hasta nueve metros. Contrario a lo que se piensa por culpa de las películas, este animal no suele atacar a los seres humanos salvo en defensa propia.


Delfín rosado
Más pequeños que los grises y con el hocico más largo. Su color rosado se debe a que su piel es más delgada y deja traslucir el color de la sangre. Su tono puede variar según la edad
o su estado anímico. Al igual que los seres humanos, estos delfines también se sonrojan.

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